Durante una excursión que realizamos desde Puerto Jimenez al Cabo Matapalo a primera hora de la mañana observamos que en la carretera por la que íbamos había un coche aparcado con sus ocupantes bajados pertrechados con prismáticos y sin perder detalle de lo que ocurría en las ramas de unos inmensos árboles cuyas ramas abarcaban todo el ancho de la carretera. Enseguida nos dimos cuenta de que aquellos árboles albergaban algún ave que se nos antojaba interesante.
Aparcamos el coche a una distancia prudencial para no asustar a la posible ave, echamos pié a tierra y nos dirigimos al lugar donde estaba el grupo observando el árbol, tuvimos la gran suerte el grupo lo dirigía un guía que tenía localizados en el mismo árbol a un precioso guaco y a un búho crestado.
La luz no era buena ya que la tupida sombra que proporcionaban las hojas del árbol no dejaba entrar demasiada luz y ambas aves ante nuestra presencia, no movían un solo músculo para no delatar su presencia.
En cualquier caso pasamos un rato imborrable disfrutando de la belleza de estas dos impresionantes rapaces.
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